De niño, me perdía en el encanto de La Comedia Silente, reviviendo el cine mudo gracias a la talentosa intervención de Armando Calderón. Conocido por sus habilidades vocales inigualables, Calderón no solo daba voz a los personajes, sino que también incorporaba efectos sonoros que daban vida a escenas llenas de humor, aventuras y malentendidos. Si bien los actores provenían de diferentes partes del mundo, bajo la maestría de Calderón, todos parecían hablar con el auténtico sabor y jerga cubana.

Entre el elenco de coloridos personajes como Charly, Barrilete y Cara de Globo, destacaba «Matasiete». Este imponente personaje, reinventado por Calderón, era conocido como el bravucón del vecindario. Su imponente estatura, figura corpulenta y característicos gestos le daban un aire intimidante. Con sus prominentes cejas y una postura que recordaba a los boxeadores de antaño, «Matasiete» se estableció como una figura memorable, incluso eclipsando a grandes del cine como Charles Chaplin en presencia.

Este viaje nostálgico a través de La Comedia Silente es un testimonio del poder del talento y la creatividad. Gracias a artistas como Calderón, generaciones enteras pudieron apreciar y reírse con las joyas del cine mudo, dándoles un sabor local y recordándonos que el arte, en todas sus formas, es verdaderamente atemporal.

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