Foto: ripleys

El SS Morro Castle era un lujoso trasatlántico que navegaba entre Nueva York y La Habana. Desafortunadamente, el 8 de septiembre de 1934, mientras regresaba a Nueva York desde Cuba, el barco se incendió cerca de la costa de Nueva Jersey. El incendio fue desastroso y resultó en la muerte de 137 personas.

Desde 1930, el SS Morro Castle ofrecía a sus pasajeros una travesía entre Cuba y Nueva York, una vía de escape de los rigores de la Gran Depresión. Por un precio que en la actualidad equivaldría a unos $1,200, los pasajeros se sumergían en una escapada que les permitía desconectarse de sus preocupaciones, mientras disfrutaban del ambiente festivo de La Habana. Sin embargo, el 7 de septiembre marcó un revés en su historia, con la inesperada muerte del capitán Robert Willmott. El nuevo capitán, William Warms, enfrentaría un reto sin precedentes al amanecer: un voraz incendio que se esparcía con furor por la embarcación. Agravando la situación, Warms decidió mantener el barco en curso, lo que avivó aún más el fuego. El pánico se apoderó de una tripulación poco experimentada, y decisiones previas, como el exceso de pintura que inmovilizaba los botes salvavidas, agravaron la catástrofe.

Foto: ripleys

Un capítulo triste en este relato es la historia del talentoso nadador olímpico Franz de Beche. Con solo dieciocho años y dotado de un corazón generoso, ofreció su chaleco a quienes lo necesitaban más. Pero su valentía encontró un final sombrío cuando decidió lanzarse al agua desde la parte trasera del barco, siendo engullido por las hélices en movimiento.

Más allá del fuego y el caos, un aspecto aún más desgarrador fue el destino de jóvenes cubanos a bordo, quienes, sin ser registrados, buscaban escapar de las revueltas violentas de La Habana. Estos jóvenes, escondidos en el barco como un gesto desesperado de sus familias, lamentablemente se convirtieron en las primeras víctimas del desastre. Al alcanzar la costa de Jersey, el miedo y la tragedia dejaron una huella indeleble en la comunidad local.

El infortunio del SS Morro Castle no solo dejó una cicatriz en la memoria de aquellos que lo vivieron, sino que también generó una sombra sobre Asbury Park. A pesar de los intentos por capitalizar la tragedia como una atracción, la idea se desvaneció ante la indignación general. La embarcación, con su carga de pieles animales en proceso de descomposición, dejó un aroma nauseabundo, haciendo que su permanencia en Asbury Park fuera breve.

Entre las víctimas del desastre del SS Morro Castle se encontraba el destacado atleta cubano Abelardo «Chino» Rodríguez, quien había ganado medallas en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Su muerte en el trágico incendio fue una gran pérdida para el deporte cubano.

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